Esta mañana nos hemos levantado con una mezcla de sentimientos muy extraña. Por un lado teníamos unas ganas tremendas de ver a nuestros padres y familiares, para poder contarles todo lo que habíamos aprendido y disfrutado durante esta increíble semana. Sin embargo también teníamos una pequeña sensación de tristeza, dado que era el último día de la Escuela, ya se había terminado todo, y tocaba esperar otro año más para este momento tan tan mágico… ¡qué rápido se nos ha pasado la Escuela!
Después de ordenar un poco nuestras habitaciones, pasamos a desayunar para alimentar, una mañana más, nuestro cuerpo. A continuación fuimos al salón para la última sesión de nuestras impresionantes devocionales. La de esta mañana fue aún más increíble. Tras realizar unas bellísimas oraciones, pudimos expresar todos nuestros sentimientos, deseos, emociones y propósitos para el futuro. Creamos un ambiente tan mágico entre todos, que, incluso los más pequeños, no podíamos parar de derramar lágrimas. ¡Teníamos las emociones a flor de piel! Pero… sinceramente, los que no lo hayáis visto, no podréis entenderlo, era una sensación maravillosa. Además sabíamos que todo aquello no podía quedarse aquí, teníamos que llevarlo a nuestras comunidades, a nuestras ciudades y compartirlo todo con nuestros amigos. ¡El futuro depende de nosotros!
Tras este increíble momento pasamos a ordenar y recoger nuestras habitaciones, hacer nuestras maletas y limpiar todas nuestras aulas y clases, para dejar todo tan perfecto como lo habíamos recibido, y para estar listos para la llegada de nuestros papás.
Además los más mayores, de 2004, tuvimos una sesión del taller de Liderazgo Moral, como el primer día, en la que hablamos de la importancia del servicio y de los grupos prejuveniles. Aprendimos que debíamos tratar de lograr la excelencia en todo aquello que llevaramos acabo, además de rodearnos de buenas amistades.
Después de comer, pasamos a recoger los puntos que nos habían dejado los duendes por última vez en las habitaciones. Estábamos todos muy nerviosos ¡a las 14:00 llegaban los padres!
Y sí… finalmente llegó el gran momento. ¡Teníamos una gran sorpresa para nuestros papás! Reunimos a todos en el salón, y allí pudimos demostrarles nuestros aprendizajes: Los más pequeños comenzamos enseñando un precioso y enorme mural que habíamos podido pintar entre todos en el taller de manualidades. A continuación los participantes en el taller de emociones y teatro hicimos una pequeña representación en la que pudieron intervenir también los padres. También pudimos realizar un impresionante baile que habíamos ensayado en el taller de danza, representando los extremos de riqueza y pobreza. Por último proyectamos el videoclip que habíamos grabado con tanto esfuerzo algunos niños, y que tuvo un resultado muy satisfactorio.
¡A continuación tocaba cantar! Nos subimos todos al escenario para cantar todos juntos la canción de la Escuela, «Sagrada Familia», y los padres quedaron impresionados con nuestra coordinación a la hora de realizar los gestos y entonar.
Después nuestros maestros pasaron a entregarnos los diplomas por la participación en la Escuela, ¡nos habían puesto dedicatorias y todo! El último grupo era el de los más mayores, los de 2004, que ya más que niños… son unos excelentísimos prejóvenes, llenos con el espíritu de servicio, energía y dispuestos a cambiar el mundo con su ejemplo y dedicación.
Finalmente terminamos el programa, y esta semana tan alucinante, invitando a los padres a acompañar a todos los niños, maestros, talleristas, monitores y ayudantes a realizar un divertido y original baile entre todos.
¡Cuánta alegría desprendía todo aquello! ¡Cuánta energía y cuántas emociones! Sinceramente, no sé si podremos aguantar hasta el año que viene… pero hasta entonces, nos espera una misión muy grande, compartir y transmitir todo aquello a todos los que nos rodean, servir y poner nuestro granito de arena día a día para construir un futuro mejor entre todos. ¡¡Hasta el año que viene chicos!!
